martes, 30 de diciembre de 2014

LOS SONIDOS DE LA NOCHE EN CHINA

Hace unas semanas llegaron a casa un par de ejemplares de Los sonidos de la noche editados en chino. 
China Children's Press & Publication Group con sede en Beijing   http://www.ccppg.com.cn/en/ es la editorial que ha comprado los derechos. Después de su edición en inglés a través de la canadiense Groundwood Books viaja al continente asiático para deleitar a los niños y niñas que escuchen los sonidos de la noche.


Cuando Emilio Urberuaga y yo nos hicimos la foto, poco antes de la publicación del libro, no sabíamos que iba a realizar esta singladura, pero estamos muy contentos. 





http://ekare.es/noticias/nuevas-traducciones/

lunes, 29 de diciembre de 2014

MISTRAL


El pasado 21 de diciembre se publicó Mistral con la edición dominical del diario EL PAÍS




La edición es muy parecida a la de Editorial Planeta, en su colección Cometa. Una alegría verlo en los kioscos. El trabajo de la ilustradora Gabriela Rubio sigue siendo magnífico como se aprecia en cada una de las páginas del libro. http://www.gabrielarubio.com/




Este libro lleva cuatro ediciones diferentes en sus once años de vida. Es un gusto verlo tan lustroso y más teniendo en cuenta la vida tan efímera que tienen algunos títulos. 



martes, 16 de diciembre de 2014

MISTRAL EN EL PAÍS

El próximo domingo 21 de diciembre de 2014 saldrá mi libro Mistral en la colección "Mis Primeras Lecturas"del diario EL PAÍS . 
Esta obra, ilustrada por Gabriela Rubio, se publicó por vez primera en 2003 dentro del sello Destino. Después salió en la Colección Camaleón de Planeta-Oxford en 2004 y por último en la Colección Cometa de Planeta en 2010. 
Mistral es un libro superviviente y ahora nos da una nueva alegría. Espero que lo disfrutéis también en esta nueva singladura.

En el siguiente enlace podéis encontrar más información:


http://elpais.com/promociones/primeras-lecturas/

jueves, 13 de noviembre de 2014

ENTREVISTA A ROBERTO INNOCENTI




El pasado mes de octubre se publicó en la REVISTA EMILIA de Sao Paulo, Brasil, una entrevista que realicé al ilustrador italiano ROBERTO INNOCENTI. 


En este enlace se puede leer en portugués:
http://www.revistaemilia.com.br/mostra.php?id=441




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Y a continuación os la dejo en castellano.


ROBERTO INNOCENTI

La magia de la realidad


Roberto Innocenti (Bagno e Ripoli, Italia, 1940) nació en la Toscana, en un pequeño pueblo cercano a Florencia. Abandonó la escuela a los trece años para trabajar en la industria metalúrgica. A los dieciocho años se fue a Roma y encontró trabajo en unos estudios de animación sin haber cursado ningún estudio artístico. Allí comenzó su aprendizaje en la ilustración y el diseño gráfico. Regresó a Florencia donde trabajó como diseñador y realizó carteles para películas y obras de teatro. En 1970 un encuentro con el artista estadounidense John Alcorn le convenció para probar suerte en el mundo de la ilustración. Realizó varios libros para Golden Press de Nueva York con textos informativos sobre medios de transporte. El encuentro con Etienne Delessert y Rita Marshall propició su entrada en el mundo del libro infantil de ficción con Cenicienta en la editorial suiza Editions 24 Heures en 1983. Desde entonces ha ido creando un mundo estético personal sustentado en un estilo realista, minucioso y sincero. A lo largo de más de cuatro décadas de carrera ha recibido múltiples reconocimientos entre los que destacan la Manzana de Oro de la Bienal de Bratislava (Eslovaquia) 1985 y el Premio Andersen en 2008.

Iniciamos esta conversación rodeados de libros e ilustraciones. Su aspecto bonachón se ve corroborado a medida que transcurre la entrevista por su carácter jovial, entusiasta y sonriente que transmite con sus palabras, gestos y ademanes.



En la Feria de Bolonia (marzo de 2013) con María Espugla, Robero Innocenti y Carme Solé Vendrell


¿Cómo fue su acercamiento al mundo de la plástica, del dibujo, del arte?

Cuando yo era un niño lo vivía todo como un juego. No había televisión, ni videojuegos, ni nada de esto, y lo que hacíamos era simplemente jugar. Dibujar, al principio, no era importante, solo era una profesión para vivir. Luego, pasando los años, descubrí que me gustaba, que era una labor que entusiasmaba.

¿Qué le motivó a dedicarse a la ilustración de libros?

La ilustración de libros era algo que inicialmente me gustaba, pero que no daba para vivir y lo más importante era la supervivencia, comer. Así que hice otras cosas, como carteles, diseño gráfico, artístico, proyectos varios hasta que descubrí que había un campo internacional en esta profesión que desconocía, una actividad que me llena y que ha hecho del libro mi profesión durante cuarenta y cuatro años. No ha sido algo casual.

¿Qué papel han jugado en su trayectoria la pareja Etienne Delessert y Rita Marshall?

Han sido muy importantes. Etienne me ofreció participar en un proyecto editorial muy atractivo que estaba realizando en Suiza y a través de él fui conocido internacionalmente. Con Rita ha habido una larga colaboración desde Cenicienta hasta Caperucita he realizado muchos libros con su ayuda. Ella tiene grandes ideas y trabajamos muy cómodos juntos.

¿Se siente heredero de Giotto, Mantegna, Tiziano…? ¿Con qué pintores tiene una deuda artística?

Tengo una especie de enamoramiento con estos pintores, pero no son todos. También tuve un intenso periodo de interés por Brueghel y Vermeer, que son más visuales y pude descubrirlos en los museos de Florencia. Admiro a todos y cada uno de ellos, pero no destacaría a ninguno en particular. Para muchos de mis trabajos la pintura no es importante, aunque pueden verse referencias e influencias de una pintura vital, no religiosa, que se recrea con los vestidos y los ambientes.

¿Qué importancia le otorga a la documentación en su trabajo de ilustrador?

Si tengo que ilustrar un libro clásico lo importante es no inventar mucho, no desviarse de la historia. En los cuentos de Hoffmam o en La isla del tesoro está todo especificado: año 1700, la nave es una goleta, el mapa está dibujado… Los vestidos, Londres, Inglaterra, las costumbres de la época se conocen. Me gusta jugar con el tema de la ambientación, de los vestidos, me siento como un director de cine, preocupado por cada uno de los detalles.

Cuando se trata de libros de fantasía o libros donde el autor fabula, tengo libertad para decidir: puedo ser realista o no, puedo inventar un mundo y hacer todo más personal, más divertido. Cuando ilustro no sé cómo va acabar mi trabajo, tengo curiosidad por ello y cuando finalizo me gusta que mi curiosidad se sienta satisfecha.



¿Qué cualidades de un texto le atraen más pensando en su futura ilustración: los sentimientos, la acción, la propia narración…?

En cualquier tipo de literatura me fijo mucho en el argumento.

Usted, además de ilustrar es el creador de sus propias historias. ¿Cuéntenos cómo es ese proceso?

En algunos de mis libros, como Rosa Blanca o La casa, invento los argumentos, los escribo y les doy forma acabada. Cuando la historia está concluida y todas las ilustraciones terminadas, paso mi trabajo a un escritor que es el encargado de poner en palabras mis textos.

¿Cómo se desarrolla su trabajo cuando se enfrenta a otro tipo de textos como los clásicos?

Cuando tengo que ilustrar un texto lo primero que hago es leerlo con interés, como si no tuviera que dibujarlo. Tengo que sentir la atmósfera, ver el humor, o la tragedia para ponerme después a su altura. Edgar Alan Poe no puede ser cómico sino trágico, puede ser tenebroso o no, incluso puede ser alegre. Se trata de leerlo bien, con detalle. Luego me fijo en las escenas para ver las más interesantes para ilustrar, las escenas y los momentos clave, percibiendo el ambiente de la obra y anotando las imágenes que me vienen a la mente. Otros ilustradores se fijarían en otras partes, en otros instantes, pero yo me siento muy libre frente al texto. Intento ilustrar aquello que no está escrito porque, por ejemplo, en Oliver Twist el protagonista está bien descrito, lo mismo que la ciudad, la sociedad y los personajes; pero en Cuento de Navidad me sentí muy libre para dar detalles sobre este u otro personaje, sobre la gente, sus caras, dando información al joven lector que el texto no aporta, que le ayude a ver el libro de otra forma. Esto es lo que he hecho siempre y me ha dado buen resultado.



¿Qué caminos recorre desde que lee un texto hasta que termina de ilustrarlo?

Es un camino arbitrario. Puedo comenzar a ilustrar un libro por cualquier parte, no es algo exacto; puedo abordar los dibujos sin un orden predeterminado, empezar por los personajes y ver lo que demanda cada uno. Es un proceso lento que me va dando vueltas en la cabeza, entre siesta y siesta, hasta que un día u otro del mes aparece claro. Poco a poco, piano piano, va avanzando hasta llegar a tener toda la idea general. Es importante que el libro transmita una idea. ¿Cómo hacerlo? En Rosa Blanca la idea fue la esperanza y al descubrirla sentí que el libro ya estaba cerrado y podía finalmente ponerme a ilustrarlo. Pinocho es un libro que conozco desde pequeño, un libro que ha tenido a Mazzanti y a Chiostri como primeros ilustradores, no lo he cambiado, he sido respetuoso. Pero sí lo he presentado de una forma diferente, algo que también han hecho autores como Disney, como un Pinocho divertido. Para mí Pinocho es un niño pequeño, muy pequeño, que se encuentra dentro de un mundo grande, muy grande, que no domina por el hecho de ser chico, muy chico. El lector se solidariza con este problema, con alguien inadaptado, desvalido ante un mundo inmenso a su alrededor. 




¿La técnica con la que ilustra se adapta al texto o son los textos los que siempre se adaptan a su estilo?

Me cuesta mucho dominar un texto, tengo que ver el enfoque. Desde el inicio busco cambiar la perspectiva, tener claros los encuadres, el modo de hacerlo. El enfoque puede ser festivo o alegre, muy ligero o muy tenebroso, como el de Pinocho. Soy como un alquimista que primero hace y luego analiza, que descubre algo y cree que lo ha inventado. Me adapto al texto y puedo ser figurativo o espectacular. Últimamente cambio mucho de técnica. Si trabajo con témpera o guoache es algo más delicado, más dulce que si tengo que hacer un libro más dramático. Soy como un director de cine que se adapta; a veces hago acuarelas el estilo inglés, al francés o al americano. Todo me divierte. Cada libro en un nuevo placer. 



¿Qué cree que aporta a un niño lector un libro ilustrado por usted?

Yo no pienso en el público. Temo que por pensar en los lectores, por llegar a más gente, tenga que conocer lo que el público quiere. Prefiero desconocerlo, no saberlo; creo que esto se puede hacer extensivo a todos los ilustradores, a todos los artistas que llevan algo dentro. Cuando finalizo un trabajo ya no estoy tan contento, me viene la autocrítica, pienso si el trabajo es correcto… De toda la gente que existe en el mundo solo hay una pequeña parte a la que le gusta mi trabajo. Me agrada pensar que son los lectores que evolucionan, que no son unos lectores que siguen la receta del mercado. No pienso que tenga que ser simple porque me digan que los niños son simples o porque me digan que son complicados u otra cosa. No me interesa conocer la fórmula del best-seller. Prefiero llegar a unos miles de lectores a los que sé que les gusta mi trabajo, a los que les gustan los libros que creo; aunque si alguna vez son cientos de miles mejor, no voy a decir que no. Me gusta pensar en lector coreano, español o brasileño de mis libros al que le gusta una obra mía. Pero no es un lector infantil el que espero para mis libros porque mi obra es compleja; sería como llevar a un niño de cinco años a un museo, a la Galería de los Uffizi en Florencia, donde no entiende los cuadros porque necesita una educación artística, algo que es lento de adquirir. Con siete, ocho, nueve y sobre todo con diez años se entienden mejor las cosas. En Italia el libro ilustrado es para muchachos no para niños, no es como en Francia que un álbum es para todos. 




Sus historias transportan a los lectores hacia un tiempo pasado, histórico, fidedigno y real, como sucede en Rosa Blanca, Cenicienta o en Caperucita Roja. ¿Qué intencionalidad tiene con ello?

Es algo como lo que estamos haciendo ahora: el presente nos lleva al futuro. El pasado se nos presenta de muchas formas; a veces de forma bufa, ligera, los cafés cantantes, los vestidos, la diversión, el juego, la alegría, una época frívola y cercana. El pasado más histórico, más arqueológico, el imperio romano por ejemplo, no es muy conocido por los niños, es algo lejano.

Varios libros suyos se sitúan en el horror nazi, ¿por qué se centra en esta temática y no en otras?

Yo intento con libros como Rosa Blanca hacer ver que yo era un niño cuando sucedieron hechos como el Holocausto, que los conozco bien, los he visto, no era en los tiempos de Napoleón. Los padres, maestros, los protectores de los niños quieren las historias que no hagan daño. Piensan que es mejor que el niño viva en un mundo dulce, etéreo, infantilizado, limitado y protegido. Esto ha dado como resultado una preferencia por un tipo de ilustración con estereotipos infantilizados en el mundo editorial, y parece que les da buenos resultados. No corren riesgos. Los niños lo aceptan quizás porque se les ofrece como adecuado a ellos, infantil, pero llega un momento en que se aburren de todo esto porque es siempre lo mismo. Este modo de educar es artificial y al creador le exige poco. Creo que los niños son más inteligentes y valientes. Los niños son investigadores y tienen interés por estos acontecimientos históricos. Los niños tienen curiosidad, quieren conocer la respuesta a sus preguntas para hacer otra pregunta. Yo no me preocupo de la moral, cuento lo que he visto y punto. Se puede hablar a los niños del fascismo, de la persecución racial, del dominio del mundo, del control del otro. Es importante que se hagan preguntas.



¿Qué papel juega la escuela en esta situación?

La escuela debe educar sin intentar mostrar marionetas, unos niños que no existieron. Los niños deben conocer la historia reciente y ver cómo eran los niños alemanes, lo que ocurría en Italia y en Alemania. Sucedieron hechos tremendos de los que muchos padres solo tienen una idea difusa. Debemos ayudar a crear una sociedad responsable, y mostrar la visión de que niños y jóvenes colaboraron activamente en la propaganda de los regímenes nazis y fascistas de aquellos años. No hay que dramatizar la memoria, pero sí conocerla.

¿Qué otros acontecimientos históricos le atraen tanto como para dejarlos presentes en el imaginario de los niños del mañana?

La historia que se cuenta a los niños de hoy es como una película de Indiana Jones, no es verdad. Una historia verosímil vista desde hoy en día tiene que tener su contenido de aventura, para que el niño a través de sus procesos mentales llegue a entender lo desconocido. Conocer la historia puede ser algo divertido.



¿Qué significa para usted hacer un álbum ilustrado? ¿Qué cree que aporta a la literatura este tipo de obras?

Hacer álbumes es un oficio que me gusta. No me hice pintor porque necesito la literatura y la literatura la puedo escribir yo o interpretar la que otros escribieron. La intención del álbum es ser un libro, un libro que tenga su espacio. Hacerlo es un proceso creativo que me llena cuando finalizo, me reconforta. Es un trabajo solitario, en el que se ejercita mucho la paciencia, es una aventura, una película con final feliz. Ilustrar es contar historias al lector.

¿Coincide con Kveta Pacovska cuando afirma que el álbum ilustrado es la primera galería de arte en la que entra un niño?

Sí. Ella es un poco más sofisticada porque a través del juego hace llegar al niño el arte moderno, el arte abstracto, sus combinaciones y colores. Es todo un recorrido artístico. Yo no hago ilustraciones para los niños más pequeños, pero su idea de la galería de arte es muy válida y los libros ilustrados pueden ser la puerta.

¿Cuento de Navidad, Cascanueces, Pinocho, Cenicienta, Caperucita… ¿qué cuento le gustaría ilustrar?

De los cuentos que me cita el más difícil fue el Cascanueces de Hoffman porque el autor es muy preciso cuando escribe, por ejemplo una habitación y el ilustrador se plantea respetar o no al autor. La primera escena fue determinante para lograr atrapar el espíritu del cuento.

Quizás como literatura que me gustaría ilustrar están los cuentos de Edgar Allan Poe o El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.  ¿Qué le aportan los cuentos tradicionales?

Como literatura me invitan a esbozar mentalmente imágenes, paisajes, personajes. Es imposible no pasar una página sin que la imaginación funcione. Para los niños es muy fácil y deberían leer más libros sin imágenes para que ejerciten esta capacidad.



¿Qué le atrae de la historia de Caperucita?¿Por qué ha elegido esta historia para ilustrarla?

Porque es un cuento famoso y por lo tanto popular y con mucho simbolismo. Como todos los cuentos es atemporal.

Cambiar el tiempo a un cuento conocido y contar una variante reconocible es como volverlo a contar de nuevo, comentarlo, releerlo, dar un juicio.

¿Por qué lo ha ambientado en una ciudad actual?

Si tuvieras una niña y tuviera que ir a casa de la abuela, preferirías que cruzara el bosque por un camino, o que recorriese las calles de una periferia urbana?



¿Los dos finales propuestos son los de Perrault y los Hermanos Grimm? ¿Con cuál se siente más cómodo?

Los dos finales derivan o se inspiran a los de Perrault y Grimm; es un cuento terrible y de hecho Disney no lo ha realizado porque es difícil encontrar un final feliz.

La versión de Perrault es más creíble, y pienso que sea la re-escritura de un cuento más antiguo; servía para enseñar a los niños a no fiarse de los desconocidos y a sospechar de sus encantos. Por lo tanto el final de los Hermanos Grimm me resulta precario. El de Perrault es más incomodo pero lo siento más auténtico.

¿Qué relación tiene este libro con la Cenicienta que ilustró en 1983?
Una sola relación, la variación del tiempo en las versiones más antiguas o viejas son igual de falsas en el tiempo (Disney).

En Cenicienta he usado una clave cómica para jugar con el romanticismo, burlarme un poco de las historias cortesanas. En Caperucita Roja he querido mostrar la fealdad a la cual estamos acostumbrados y no nos damos cuenta. La ambientación y la sociedad descrita aparece como son o como serán: globalizadas, escuálidas o trágicas. Lo peor del tiempo actual es que parece inescrutable y eterno.

Denuncio por ello injusticias ocurridas en el pasado, y problemas que no se han querido resolver y se agravan. El contraste entre miseria y publicidad, la política lejana como la Corte de una anónima monarquía colegial pero igual de absoluta, que insistimos en llamar democracia.

¿Qué parte de la historia de Caperucita le ha resultado más problemática y cuál más satisfactoria?

Cuando se trabaja y se realizan imágenes sobre ideas ya claras, ocurre siempre una atención y diversión "creativa". 
Si en una imagen uno de aburre, en la misma se aburrirán también los lectores. En las películas las escenas superfluas y aburridas se cortan antes de una visión pública. El ilustrador debe evitarlo antes de empezar el trabajo. Ciertamente las escenas más importantes son las más laboriosas y las que dan más satisfacción si el resultado "nos gusta". El crítico más malvado tenemos que tenerlo dentro de nosotros.



¿Cómo se siente después de revisar su trayectoria como ilustrador tras recibir el Premio Andersen hace cinco años?

Ciertamente es una gran satisfacción porque nadie está seguro de llegar a recibirlo. Además, es un largo proceso de reconocimiento, primero del IBBY italiano, luego la aceptación del comité y el resultado final. El hecho es que da un poco de seguridad. Me siento el último de una generación de autores muy preparada de la que, en Italia al menos, solo quedo yo.

¿Se siente valorado ahora en su país, después de lo que le costó ser considerado por los editores italianos?

En Italia ahora me siento valorado. El éxito es una valoración y también una certeza; eso se puede observar en muchos italianos desde Galileo hasta el último emigrante vendedor de pizzas en Nueva York.

Muchas gracias, Roberto.

*Gracias a Débora Wainschenker, Claudia Ranucci, Javier Flor, Diego Gutiérrez del Valle y Miguel Tanco por su colaboración en la realización de la entrevista.



En el Salón del Libro de Alicante (diciembre de 2010) con Roberto Innocenti y Diego Gutiérrez.

Selección bibliográfica:

*La luna Nelle Baracche de Alberto Manzi. Salani, (Italia), 1974.
*Todas las clases de aviones de Seymour Reit. Golden Press ( USA), 1978.
*Todo tipo de buques de Seymour Reit. Golden Press (USA), 1978.
*Todo tipo de trenes de Seymour Reit, Golden Press (USA), 1978.
*Velas, raíles y alas de Seymour Reit, Plaza y Janés (España) 1981.
*La Cenicienta de Charles Perrault. Editions 24 Heures (Suiza), 1983. SM (España, 2013)
*Rosa Blanca de Christophe Gallaz. Editions 24 Heures (Suiza), 1985. Lóguez, (España), 1987.
*Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi. Knopf (USA), 1988. Kalandraka (España), 2005.
*Cuento de Navidad de Charles Dickens. Creative Editions (USA), 1990. Kalandraka (España), 2011.
*El Cascanueces de E.T.A. Hoffman. Creative Editions (USA), 1996. Lumen (España), 1998.
*L'isola delle figura. Petra (Italia), 2001.
*El último refugio de J. Patrick Lewis. Creative Editions (USA), 2002. F.C.E. (México), 2003.
*Era calendimaggio de Angela Naneti. Einaudi Ragazzi, (Italia), 2004.
*Erika’s Story de Ruth Vander Zeer. Creative Editions (USA), 2003. Kalandraka (España), 2004.
*Das Medaillon de Andrea Camilleri. Rowohlt Verlag (Alemania), 2008.
*The House de Patrick Lewis. Creative Editions (USA), 2009. Kalandraka (España), 2010.
*L’Isola di tesoro de Robert L. Stevenson. Principi & Principi (Italia), 2011.
*Cappuccetto Rosso, una fiaba moderna de Aaron Frisch. La Margherita Edizioni (Italia)/Creative Editions (USA), 2012. Kalandraka (España), 2013.


martes, 20 de mayo de 2014

GABRIEL PACHECO, ENTREVISTA EN LA REVISTA EMILIA


El pasado mes de abril se publicó en la Revista digital Emilia de Sao Paulo, Brasil, le entrevista que hice al ilustrador mexicano GABRIEL PACHECO. En este enlace podéis verla y leerla en brasilero.

http://www.revistaemilia.com.br/mostra.php?id=397

A continuación la tenéis en castellano para aquellos que no lean brasilero.

Gabriel Pacheco, conversaciones con un inventor de puertas en las piedras.

Gabriel Pacheco. (México D.F. 1973) se graduó en escenografía en el Instituto Nacional de Bellas Artes de México y comenzó a trabajar como ilustrador en 1998. Al principio, su trabajo se conocía sólo en su país de origen, pero desde 2005 sus ilustraciones le abrieron las puertas de editoriales españolas, italianas y coreanas.
Sus libros han sido galardonados en diversos certámenes internacionales de España, Japón y México, ha recibido la mención especial en la categoría New Horizons de los Bologna Ragazzi (2009), el primer lugar en el X concurso Città de Chioggia, el premio CJPicture Book 2010 en la categoría de ilustración, ha sido seleccionado en la feria de Bolonia, Ilustrarte de Portugal y Sármede. Sus libros han estado en la lista “White Ravens” de la Biblioteca de Munich, los premios “Quórum” de México y en el catálogo 50 books/50 covers del American Institute of Graphic Arts, además de la selección que hace el Banco del Libro en Venezuela. Le podemos considerar, en la actualidad, como uno de los valores más sólidos del panorama internacional y augura una gran proyección futura.

Y para saber más sobre este magnífico artista azteca, le hemos realizado la siguiente entrevista.










¿Qué te llevó a elegir la Ilustración como profesión?

Primero fue el azar, después vino el anhelo y ahora es un fervor. Mi comienzo fue cuando ayudaba a mi hermana dando color a sus dibujos o copiando tipografías en un acetato para alguna portada, yo trabajaba como asistente de un maestro escenógrafo y amaba el teatro. Los apuros económicos me hicieron entrar en la televisión pero fue una mala decisión y me llevó a una situación de frustración; justo en ese tiempo mi hermana me propuso que le ayudara a hacer algunos dibujos y decidí dejar mi trabajo como escenógrafo. Un dibujo siguió a otro, un día a otro; y por las noches mi hermana me prestaba su Quadra 605 (de 25 MHz) mientras experimentaba con dibujos vectoriales, hasta que un día me invitó a ilustrar un cuento y de ahí hasta ahora que se ha vuelto una parte importante de mi vida el ilustrar. La mayor parte de mi trabajo es digital, pero últimamente me he salido de ello y estoy explorando muchos materiales.

¿En qué medida tus estudios de Artes Escénicas influyen en las imágenes de tus libros?

Creo que influyen como mis recuerdos y en definitiva es légamo de mi memoria visual, así que de alguna u otra manera este pasado se ha vuelto un trazo que me delinea, abasteciéndome de imágenes e ideas. Al principio creo que este bagaje aparecía muy esporádicamente, hasta que se fue robusteciendo y actualmente se ha vuelto parte de mi discurso, una forma de asumirme en el origen que construye mi mirada. Y no solamente son imágenes sino formas conceptuales también, la manera de “montar” una imagen, de conceptualizarla. Es la firmeza que me sujeta cuando me extravío o me confundo. Ya ahora se ha vuelto mi piso desde donde miro el mundo.


¿De dónde proceden los personajes de tus obras, algunos de los cuales se repiten en algunos libros?

Hay insistencias que provienen de la fascinación o de lo que me sigue inquietando, recuerdos que siguen generando asombro en mí, creo que por eso la insistencia, es como cuando a uno le llama la atención alguien y existe algo de ese alguien que no logra descifrar qué es, pero que hace que uno no pueda dejar de contemplarlo, es el precipicio del desconocimiento. Entonces esa figura se cubre de un halo de misterio que fascina; ese desconocimiento abre un espacio imaginativo enorme, otorgándole permanencia entre los recuerdos y se vuelve casi una obsesión, los sombreros, el gesto, las alas, los pies descalzos, es como un universo poblado únicamente por una sola especie. Su origen es muy diverso, tal vez proviene de alguna fotografía, de una película, de las fotos de casa o de la gente que anda en la calle, ahí es donde probablemente recoja estos personajes, pero no sé, es difícil precisar un lugar, aunque siempre tengo el recurso de cerrar los ojos y poderlos encontrar.

¿Y por qué esa indumentaria común a algunos de ellos: camisetas de rayas, pantalones con tirantes…?

Es algo muy lúdico, amo ese aire de “otro tiempo” o de “otro mundo”, me fascina, las rayas para mí me remiten a la infancia y no porque me vistieran así, sino porque recuerdo a un personaje que aparecía en la televisión que se llamaba “Cachirulo” y contaba cuentos a la vez que los escenificaba, su vestimenta justamente era una camisa a rayas y su cabello era de color naranja, usaba zapatos con hebillas y vivía en un mundo mágico para mí, de hecho el programa se llamaba Teatro Fantástico. Todo me hacía imaginar que efectivamente, era de otro mundo, de ahí la reminiscencia.


¿Qué papel juega el color en tus ilustraciones?

Es un trabajo que pretende ordenar al color como elemento sustancial, la economía permite jerarquizar y significar, la idea es muy sencilla, la penumbra anuncia, enmarca y paradójicamente alumbra, ahí es donde el color cobra un valor jerárquico y puede significarse. Sucede también en el teatro, la penumbra, que en la imagen sería ese agrisado, le da un peso dramático al cenital que potencializa el color, por eso la paleta con una sola base de donde surge el color acento. Este criterio posibilita la significancia del color, de escribir con él significados y ayuda mucho a realizar metáforas legibles, o al menos ubicables. Esta idea le devuelve al color pigmento su valor luz, es decir, si a una serie de colores los velamos con un azul, los colores se unifican y emerge una atmósfera de un solo tono como si en realidad fueran bañados por una luz azul, físicamente esto sucede así, es la cualidad de las veladuras en la pintura, la veladura es una luz que baña como una luminaria que tiñe cualquier color. Y actualmente estoy trabajando con material pero utilizando la técnica de la veladura para controlar y unificar el color. Es bella la idea de hacer surgir el color del negro. 

En tus últimos libros tus personajes se están estilizando, y se han hecho más adultos, más severos. ¿A qué obedece esa metamorfosis?

Y creo que es la libertad que me han dado ciertos editores y que yo he tomado con esa mirada. Es cierto, los últimos trabajos se han volcado a una franqueza severa, por supuesto tienen que ver los textos, La Migala por ejemplo, es un texto que involucra el deseo vehemente de la muerte y no puede ser de otra forma según mi entender. Ahora, creo que el trabajo de uno no puede desligarse a nuestra vida, uno no puede decir, esto es tiempo trabajo y esto es tiempo de vida, y en este caso supongo que una parte de lo que yo veo y vivo tienen esas formas. Nunca he creído que ilustrar un libro deba mesurarse, es más, pienso que uno debe derrumbarse ahí, ya el libro hará su reconstitución y el lector leerá o se aburrirá, pero uno como ilustrador no tiene otra opción que mantener esta honestidad.


La puerta en la piedra es una metáfora en la que se sustentan cada una de tus ilustraciones. Dinos cómo se produce ese hecho creativo.

La piedra en mi mundo significa un concepto enorme, es un lugar para pensar. Inicié pensando que un libro debe ser como una piedra, indivisible, estar ahí, tal vez perdido, pero resistiendo todo junto; después pensé que también debe ser como una roca que te golpea y te deja una marca; o al realizar talleres de ilustración lo semejaba al concepto, uno
puede estar perdido y sostenerse en una piedra; o la belleza que Octavio Paz describía sobre la palabra, diciendo que ésta debe sujetar el péndulo de la vida y hacer oscilar todo; después leí una poesía de Wislawa Szymborska, Conversación con la piedraahí poéticamente hablaba de esta imposibilidad eterna que nos acompaña por querer habitar el universo, por crear artificios, por desear siempre sobre esta imposibilidad, pero justamente sobre esta imposibilidad, nosotros, ya sea en los libros, en las palabras o 
en las ilustraciones, tenemos la posibilidad de inventarle puertas: ¡es un signo magnífico de la imaginación!
La piedra es un espejo de nuestra imposibilidad que posibilita, es aquello impenetrable a lo que le inventamos (como la ficción) un entrada. Después todo es posible. La ilustración es así, pero además la naturaleza de nosotros es así, somos inventores de puertas en las piedras.

¿Cuál es tu proceso creativo? ¿Cómo es la evolución de tus ilustraciones desde su gestación inicial hasta las artes finales?

El proceso es muy conflictivo y de mucha incertidumbre, siempre empiezo escribiendo palabras y bocetando formas sin saber muy bien hacia dónde ir, hasta que el propio diálogo que hay en ello me lleva a tierra firme. Este primer paso es muy intuitivo, viene cuando leo por primera vez el texto y una palabra aparece contundente y permanentemente en la lectura, de ahí siempre parto para otras lecturas, a la vez que empiezo a dibujar rostros centrándome en amplificar el universo del gesto, todo es a priori, no reflexiono nada, solo intuición, entonces, se va haciendo una ruta que va encontrando idea y consolida esa primera palabra o la cuestiona, es trabajar ciegamente para encontrar algo, horadar la nada, eso que nos deja ver lo que estábamos buscando aunque no lo supiéramos, solo hasta que lo tenemos enfrente nos damos cuenta que lo buscábamos. Entonces el dibujo lo ilumina todo. De ahí hago un trabajo paralelo con el color y su textura, para mí esta parte es
como adjetivar el color. Poco a poco todo se va enhebrando. Es riesgoso porque pueden pasar días sin encontrar nada o lo que se tenga encontrado no sirva de mucho, pero la necesidad se ayuda con la insistencia y al final todo encuentra sentido, entonces uno se reduce y esa primera palabra lo dirige todo y los elementos juegan por sí solos. Avanzo sin orden a la vez, ya que a veces me detengo en un detalle o prefiero solucionar el ritmo del libro o hasta me entretengo escribiendo historias, ahí pongo en práctica
algo que aprendí de Pablo Amargo, hago preguntas, una y otra vez, sin dejar de dibujar y sin dejar de montar imágenes, las hago en voz alta, las escribo o a veces termino mirando la ventana como bobo, hasta que milagrosamente, la relación de alguna figura o algún objeto lo dice todo: lo encontrado y lo reunido dictan su discurso. Ahí empiezo un ejercicio sencillo, me siento y redacto una descripción muy literal de mis láminas, y en esas explicaciones todo se devela y explica su sentido, los elementos, los colores, las formas, sus avances o sus salidas, allí nace el concepto y el trabajo se vuelve filigrana: enfatizo, limpio, reduzco u ordeno. Es como después de hacer ruidos extraños, sin sentido o aparentemente sin sentido, uno permitiera que ellos mismos ordenaran su melodía, lo demás es limpiar. Eso, todo caos es un orden por descifrar, todo es seguir el hilo invisible o casi invisible de los vínculos, por eso es que uno se descifra a la vez que se delinea en el trabajo, porque nuestras propias huellas son palabras que uno lee para decir algo. Ahí nos abandonamos y entonces la ilustración pertenece por entero al libro.


Vivir, imaginar soñar son tres verbos fundamentales en tu proceso creativo. Cuéntanos con más detalle cuál es la importancia de estas palabras.

Son tres momentos de la vida que me gusta confundir, anhelo justamente que se vuelvan una sola acción. No hace mucho leía sobre cómo las neuronas tienen una influencia directa por todo lo que los rodea, una especie de receptores hiper-susceptibles, tanto que su desarrollo depende un tanto igual
o incluso más que la información genética que poseen, es decir: nosotros, formados por partículas inciertas somos más de lo que no somos que de lo que somos. Siempre seremos aquello que nos falta, siempre iremos a buscar eso que requerimos, aquello que no tenemos, por eso somos una enorme hueco, somos un gran faltante y soñar o imaginar eso que nos falta creo que es el motor más poderoso para vivir. Eso lo he aprendido de los libros, de la ilustración.


¿Qué te aporta la técnica digital a la hora de expresarte?

No creo que sea una ventaja, de hecho no veo la técnica digital como algo comparativo, es un recurso más y suma con el resto. Si acaso sí el tiempo: en el ordenador una veladura se seca en el momento mismo de aplicarla. Ahora, también como cualquier otra técnica yo encuentro la posibilidad y juego, contrariamente con lo que se cree, en el trabajo digital, el hallazgo, el encuentro, el accidente es un posible maravilloso que se establece a cada reposicionar de los recursos, a cada prueba, además, creo que es una idea encantadora el trabajar sin ningún otro material más que la luz, pero todavía más, el hecho de que todo tu trabajo sea solo un impulso electrónico, un uno o un cero, bits, sin peso
aparente, y que, según nuestro entender, hasta hace poco, era
inasible, se me hace poético. Una vez lo pensé, es como elaborar recuerdos, claro, todo esto es un rollo que igual no interesa pero a mí me ayuda a apreciar mis herramientas y a significarlas. Aunque acoto un dato, antes el artista soñaba con atrapar la luz,  y recientemente entre dos placas de oro, la luz puede atraparse, ya no solo su huella en la fotografía, sino que físicamente un halo de luz puede detenerse y mirarse. Así que la posibilidad de imaginar no está en ninguna técnica, sino en el hombre y en como significa su herramienta.

¿Qué aspectos valoras en un texto?

Valoro sus hendiduras, las imágenes inciertas, las que el escritor genera para el lector pero también las que el propio texto permite, valoro ese universo posible que nos permite divagar con nuestros propios pies; y no es exclusivo de un tipo de texto o de otro, poesía o narrativa, incluso en la descripción más literal, cuando está escrita en profundidad, es un espacio inmenso para trabajar, ahí es donde uno puede habitar con magnitud, ir o venir y regresar, regresar siempre. Yo creo que ese es el punto más importante, las escrituras en profundidad, para que se inunden con nuestros silencios, como ilustrador o como lector.


¿Qué partes de las historias quieres representar en tus imágenes? ¿Qué momentos eliges para representar y cuáles son los que no te interesan tanto para crear tu narración pictórica?

Me gusta el momento justo entre el después de que se narra algo y el instante antes de que continúe, es decir, el intersticio en las palabras del texto. Cuando el texto describe una acción o una situación y termina la oración enseguida viene el punto, yo ilustro ese espacio que existe entre la última palabra y el punto. Por ejemplo, si un texto habla de alguien que ha bajado y ha encontrado algo, yo ilustro al personaje después de que encontró ese algo, y hago de su gesto el lugar donde se tensa el universo, construyendo a partir de ahí una urdimbre que se ramifica en sublecturas y permitiendo la construcción de metáforas. Es un juego de mucho espacio, es como retratar al personaje en el momento en que piensa algo. Yo diría que mi trabajo se ha vuelto una serie de retratos de miradas perdidas.
Otra forma de expandir la realidad. A mí no me gusta ilustrar
la situación descrita y huyo siempre de la literalidad, claro, me apoyo en el contexto y de entrada puede verse algo literal, pero él después se me hace magnífico para despertar la imaginación; yo creo que justamente es ahí donde obtengo el tono de mi trabajo, porque al final parece tener un aire
melancólico esa fotografía del instante que siempre se pierde.




¿Qué evolución ves en tu trabajo desde tu primer libro, 1997, y el último editado en 2013?

Lentitud y claridad. He aprendido a ser un ilustrador tardo, de toda pertenencia al libro. En mi dibujo he visto una línea que se afina pero que se aleja de lo gráfico, por más vehemencia que tenga en permanecer en ello o por más que me esfuerce en alejarme de lo figurativo, veo que entra en una zona difusa estéticamente. Tal vez lo más claro que pueda recoger es que mi acabado se ha ido robusteciendo
pero sinceramente no es algo que me interese mucho, yo desearía aligerar esta carga y dibujar más suelto. La fortuna es que siempre uno puede volver a comenzar. Ahora, yo siento que he aprendido a construir puentes, es decir, frente a una intención de escribir un discurso en profundidad o incluso complejo, sobre el texto y la acción, recurro siempre a la posibilidad de ayudarme de puentes que permitan el acceso al lector: lo absurdo, lo incierto, lo ambiguo, lo improbable, son conceptos que estoy trabajando mucho, se han vuelto la columna de mi trabajo. Estos puentes han sido lo mejor que he logrado aprender durante estos últimos años después de tantas oportunidades y errores.



¿Cómo valoras que tus obras sean seleccionadas en Bolonia (2007,2008 y 2011), y premiadas con la Mención Especial en 2009 en la categoría de New Horizons de los Bolonia Ragazzi Award, y el Premio de Ilustración de los CJ Picture Book Awards de 2010? ¿Qué significan para ti estos reconocimientos?

Es un gusto saber que tu trabajo participe en eventos tan importantes y una satisfacción que los seleccionen, pero toca tanto el ego que enseguida busco esparcirlo y prefiero no mencionarlo para no caer en la ignorancia, así que siempre me vuelco al trabajo y entiendo entonces que ese logro se vuelve la posibilidad de decir, aquí, para ver enseguida un allá y ubicar su recorrido, algo tan pasajero que solo es un punto como otros en el camino.

¿Con qué quieres que se queden los lectores de tus libros? ¿Qué pretendes transmitir a tus lectores?

Me gustaría que se mezclaran con sus recuerdos, como sea que uno entienda al recuerdo. Transmitir en realidad no es mi intención, aunque suene absurdo, más bien imagino que mi trabajo pertenezca tanto al libro que desearía que cuando alguna persona mencionara la historia o la recordara, tuviera en la cabeza alguna huella de esas imágenes, así, borrosas, extraña, como en lontananza. Eso deseo.



¿Qué pintores han dejado huella en ti? ¿Y qué ilustradores te seducen cada vez que ves sus trabajos?

Los clásicos, tengo un enamoramiento interminable con ellos,
Miguel Angel, Durero, Caravaggio, Rembrandt. Y sucede algo
curioso, me fascinan los ismos, la pintura mexicana, Saturnino Herrán, Ricardo Martínez, Francisco Corzas, también las vanguardias, aquellos que replantean el arte, pero cuando vuelvo a ver una obra de Caravaggio, de Miguel Ángel, creo que no existe una contemplación más profunda que la de ellos. Ahí entiendo la plenitud de la palabra genio.
Por su parte siempre me seduce el trabajo de Wolf Erlbruch, de Pablo Auladell, Joanna Concejo, Pablo Amargo, artistas
de gran dimensión y que siempre me dejan pasmado.

¿Qué es para ti la belleza? ¿La buscas en cada uno de tus libros?

La belleza para mí es una construcción sostenida en el universo que reverbera con profundidad, que muestra su pertenencia, que no se aisla, un espejo que refleja y además muestra; dice Borges “ese algo que aurora el mundo”. Y no sé si siga buscándola, me produce una angustia tremenda y mucha inseguridad, así que prefiero conformarme con una buena composición y un buen manejo de color. Lo he dicho, he renunciado a la belleza en mi trabajo, no la busco más, solo intento hablar como cuando alguien habla de algo bello 
que ha visto.



 ¿De qué te nutres para hacer tu trabajo? ¿En qué terrenos se hunden tus raíces para alimentar tu imaginación y creatividad?

En la vida misma, en la gente, en lo que leo e imagino. Me gusta mucho la música, amo el cine, y solo una coreógrafa, Pina Bausch. Me fascina ver fotografías abandonadas, como las de Diane Arbus o Roman Vishniac o Sudek, o como las que existen en los mercados “de lo viejo” de Buenos Aires. Me nutro de palabras de escritores que me gustan, de su poesía, tantos y muchos. Para mi tener un libro de poesía es como beber de un vaso de agua fresca, así que siempre tengo uno cerca que me da de beber. Lo aforístico, lo metafórico
de la literatura, son imágenes sólidas que siempre me llenan y que despiertan mi imaginación.

¿Qué significa para ti crear un álbum ilustrado, un libro-álbum?

Es la posibilidad de escribir con otro tiempo un paralelo a las palabras, escribir sobre la misma hoja, dibujar o rayar las palabras, volcarlas, descubrirlas para mí o para otros, formar parte de una charla, eso, formar parte de algo. También es una forma de apropiarse del mundo, no porque te adueñes de nada, sino porque algo que es parte del mundo viene a ti, te dice algo y se regresa con algo que puedas decir, es la posibilidad de que tu mirada se haga voz. Es un compromiso muy profundo el hacer un álbum ilustrado, no porque tengas que hacer una obra de arte sino más bien algo muy honesto y muy profundo, que no sea banal, ni superficial, sino debe tener ese tiempo de vida que te llevó hacerlo, porque al final, álbum ilustrado o libro-álbum, la labor dentro del libro, es un trabajo que se convertirá en un interlocutor, y ese interlocutor debe ser humano para que entonces la posibilidad no deje de llevar lo que nos tiene reunidos en él.



¿Qué significa para ti La bruja y el espantapájaros?

Significa un momento de mi vida, el rastro de algo que pensaba y sigo pensando, como la fotografía de un tiempo. Pienso que mis propuestas no definen ni dicen nada en la ilustración, solo agregan, como si fuera un comentario en la mesa. Eso es lo que me importa de ese libro. Si uno lo observa estéticamente, no tiene nada formidable, incluso la historia es muy sencilla, pero pienso que me atreví a publicarlo porque la idea de mirar y decir, lo que yo pienso, es un deseo que desea permanecer. Ese es el único significado para mí.

¿En qué proyectos trabajas en la actualidad? ¿Qué historia te gustaría ilustrar especialmente?

Actualmente trabajo en una selección de poemas de Lorca realizada por Kalandraka, un libro que lo he arrastrado durante tiempo.
Y en este momento me gustaría poder ilustrar a varios poetas, por ejemplo, ilustrar a Wislawa Szymborska, Herta Müller, Vladimir Holan o una poeta que recién leo: Alda Merini. De hecho estoy emprendiendo un ejercicio, no es muy honorable, pero en los libros que voy leyendo de ellos, en el espacio que queda de la página, les voy haciendo una ilustración a lápiz. Tal vez algún día se vuelva libro.

¿Qué proyectos tienes en mente poner en marcha?

Tengo dos proyectos que están un poco impacientes, Soledad, que supongo te suena familiar… y otro que se llama El escritor. Y bueno, tantos más, pero el problema es que soy pésimo con el manejo del tiempo, yo me descoloco muy fácilmente y si no es una cosa es otra y cuando me doy cuenta soy un año más viejo…no sé, solo espero que haya vida mañana mismo para poder levantarme otra vez más.

Muchas gracias, Gabriel, por tus palabras y por tus ilustraciones.



Selección bibliográfica:

La rana encantada. Jazmín Flores Yarce. Ed. Corunda, México, 1997.
Sinfonía natural. Leticia Herrera. Ed. Alfaguara infantil, México, 2000.
Si entras al castillo. Adriana Arrieta. Ed. Alfaguara infantil, México, 2002.
Jacinto. Eduardo Robles Boza. Ed. Trillas, México, 2002.
Cara de aire ZoraidaVásquez Beveraggi. Ed. Trillas, México, 2004.
Pájaros de papel.Zoraida Vásquez Beveraggi  . Ed. Trillas, México, 2004.
Circo de voces. Adriana Arrieta. Ed. Alfaguara infantil, México, 2005.
El pollito de la Avellaneda. Antonio Rubio. Editorial Kalandraka, Pontevedra, 2006.
La Llave de oro y otros cuentos. Jacob y Wilhelm Grimm, Cuentos completos IV. Ed. Anaya, Madrid, 2006.
Hago de voz un cuerpo. Antología poética. María Barandas. Fondo de cultura económica, México, 2007.
Tres Deseos. Eva Mejuto. OQO Editora, Pontevedra, 2007.
L’umod’acqua. Ivo Rosatti. Ed. Zoolibri, Italia, 2007. Kalandraka, 2009.
El gran viaje. Anna Castagnoli. OQO Editora, Pontevedra, 2008.
La sfidadellosciamano. Franco Cosimo. PaniniEditore, Italia, 2008.
Song of the wind and waves.Yeowon Media, Seúl, Korea, 2008.
Swanlake. Yeowon Media, Seúl, Korea, 2009.
Cuentos de Poe. Edgar Allan Poe. Ed. Anaya, Madrid, 2009.
Carmen. George Bizet. Edicions Hipòtesì, Barcelona, 2009.
The Little mermaid. AgaWorld, Seúl, Korea, 2009.
Los cuatro amigos. Hermanos Grimm. Editorial Kalandraka, Sevilla, 2010.
El taller de corazones. Arturo Abad. Editorial OQO, Pontevedra, 2010.
El hombre que entraba por la ventana. Gonzalo Moure. Editorial SM, Madrid, 2010.
Frida Kahlo, una historia posible. María Barandas. Ed. Anaya. Madrid, 2010.
As três meninas. Antonio Ventura. Bags of Books, Portugal, 2011.
La bruja y el espantapájaros. FCE. México, 2011.
Poesía eres tú. Antología de Gustavo Adolfo Becquer. Selección de Juan Cruz Iguerabide. Ed. Edelvives, 2011. 
Los miserables. Víctor Hugo. Ed. Teide, Barcelona, 2012.
El libro de la selva.RudyardKipling. Sexto piso. México, 2013.
La Bella y la Bestia. Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. ¿¿
La migala. Juan José Arreola. La Caja de los cerillos. México, 2013.
12 poemas de Federico García Lorca. Ed. Kalandraka, Pontevedra, 2014.