martes, 21 de febrero de 2017

ENTREVISTA A MIGUELANXO PRADO

MIGUELANXO PRADO
la intensidad expresiva




Tenemos la suerte de contar en esta entrada con uno de los más importantes creadores de cómic del mundo: Miguelanxo Prado. Estamos contentos al poder conversar con él y queremos compartirlo con nuestros lectores para que también disfruten con sus palabras y sus imágenes. Esta entrevista se publicó originalmente en la Revista Peonza, nº108. 




Breve biografía:

 Miguelanxo Prado (A Coruña, 1958) es un artista con más de treinta años de trayectoria que ha realizado cómic, ilustración infantil, animación, pintura, dibujo… y todo para contar historias que le preocupan, que le inquietan. Sus obras más personales son las de cómic porque en ellas también escribe los guiones. Su trabajo es internacionalmente conocido y reconocido. A lo largo de su trayectoria ha recibido muchos premios, entre los que destacan: Premio Génie de la Convention de París (1988), Mejor obra del Salón del Cómic de Barcelona por Quotidianía delirante (1989), Trazo de tiza (1994), La mansión de los Pampín (2005) y Ardalén (2013), Premio Alph-Art del Salón de Angoulême (1991 y 1994), Premio Max & Moritz al mejor cómic infantil y juvenil en alemán (1998), Premio Eisner a la mejor antología por Sandman: Noches eternas (2004), Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona (2007) y Premio Nacional de Cómic (2013).



¿Cómo te sientes cuando echas la vista atrás y ves tus libros, tus películas, tus obras, en una palabra?

Con algo de vértigo y bastante satisfacción por haber tenido la oportunidad de terminar y hacer públicas todas esas obras. He sido muy afortunado, y sigo siéndolo por poder continuar creando, pese a «la que está cayendo».

¿En tu infancia imaginaste alguna vez que te gustaría llegar a ser un artista, en el sentido de persona dotada de la virtud y disposición necesarias para alguna de las bellas artes?

No, jamás. Me pasaba, desde muy pequeño, el día dibujando e inventando historias, pero para mí todo aquello no tenía nada que ver ni con el arte ni con una actividad profesional. Tardé muchos años en cambiar mi percepción.



¿En qué fuentes visuales bebías en tus primeros años y en tu juventud? ¿Qué artistas admirabas entonces?

Desde muy pequeño también visitaba los sábados por la tarde las galerías de arte de la ciudad (cuatro o cinco, tal vez, entre institucionales y un par de privadas...) en compañía de mi padre. Mi padre fue toda su vida un gran amante del arte y con él visité El Prado y el Toledo de El Greco, y aprendí a admirar a los «clásicos». Después vendrían Vermeer, los impresionistas, los fauvistas, los expresionistas, el Modernismo y el Art Decó... Las vanguardias... Y, de repente, ya en la escuela de arquitectura, el cómic. Un relámpago.

¿Por qué decidiste dejar tus estudios de arquitectura y lanzarte al mundo del cómic?

Porque comprendí que, si conseguía acabar la carrera solo sería un arquitecto mediocre, con un montón de dilemas éticos sin resolver y, en cambio, presentía que tendría algo más que decir a través de aquel lenguaje que acababa de descubrir.



¿Cómo fueron tus inicios en la revistas de los años ochenta: Zona 84, Comix Internacional, 1984, Cairo, Cimoc o El Jueves?

Aparentemente simples. Me presenté ante un editor con tres historias, me compró dos y empezó a «encargarme» historias sueltas de cuando en cuando, cada vez más frecuentemente, hasta que me propuso que le plantease mi primera serie. A partir de entonces los libros se fueron encadenando ininterrumpidamente. Y los recuerdo efervescentes, en aquella Barcelona de mediados de los 80.


De estos años ochenta son tus primeros álbumes de cómic: Fragmentos de la enciclopedia délfica y Stratos, ¿por qué las historias están situadas en mundos futuros o de ciencia ficción?

Primero, porque las dos opciones que me ofreció el editor fueron o terror o ciencia-ficción. Los dos temas me interesaban, pero en aquel momento la ciencia-ficción me apasionaba (Arthur C. Clarke, Stanislav Lem, George Orwel, Huxley...), de modo que opté por esa temática.

Luego llega el humor a través de Quotidianía delirante originado en tus colaboraciones en El Jueves. Ahí la temática se hace realista y cuentas historias cotidianas pero cargadas de ironía y delirio. ¿Qué te atrae de ellas?

Sobre todo, la posibilidad de «intervenir» en mi sociedad, de proponerle al lector, a través del humor, una mirada crítica sobre nuestro entorno y sobre nosotros mismos. Y cuando empiezo a hacerlo, descubro que me gusta esa nueva «vía» y que me ayuda a «digerir» mis contradicciones y mis cabreos.

Las dificultades de comunicación y las relaciones sentimentales protagonizan dos de tus obras más emblemáticas: Tangencias y Trazo de tiza. Con ellas tu trabajo se centra en los sentimientos y los convierten en materia literaria. ¿Cómo surgen estas obras? ¿Qué te interesa poner en valor a través de ellas?



En el caso de Tangencias, el ver cómo a esa franja social de artistas, profesionales liberales, intelectuales y semejantes, las relaciones sentimentales se les complican por cuestiones pintorescas y esa tendencia a una cierta teatralidad grandilocuente y pretendidamente trascendente. Trazo de tiza es un artificio narrativo que pretende explorar estructuras hasta aquel momento no habituales en el cómic para contar, como has señalado, un microcosmos de incomunicación y malentendidos.



En los años 90 comienzas tu colaboración con la industria del cine de animación a través de la creación de personajes: en España con el Club Xabarín para la TVGA y en Estados Unidos para la serie Men in Black producida por Steven Spielberg. ¿Cómo recuerdas esa experiencia? ¿Qué te aportó ese trabajo?

Supuso descubrir un nuevo lenguaje, una nueva forma de combinar imagen y palabra que, hasta aquel momento, me había pasado casi desapercibida. En cierta forma fue muy similar a mi descubrimiento tardío del cómic. Introducirse en terrenos completamente nuevos es siempre una experiencia excitante, y haber podido hacerlo con los medios de Hollywood, aunque fuese al nivel más modesto de una serie de televisión, en comparación con los largometrajes, un privilegio.



Desde 1998 diriges El Salón del Cómic de A Coruña, ¿qué te impulsó a participar en esta iniciativa de forma tan comprometida?, ¿qué te hace disfrutar después de más de diecinueve ediciones contando con la limitación de tiempo que te persigue con frecuencia?

La historieta, aún hoy, tiene una condición contradictoria, reverenciada por un buen número de lectores y lectoras, tomada en serio por estamentos académicos y de reflexión artística, pero aún desconocida y caracterizada por prejuicios trasnochados, incluso en personas con formación cultural en no pocos casos. Las mismas instituciones siguen teniendo una tendencia dominante a acercarse al cómic desde su condición de «medio de entretenimiento», que, desde luego, forma parte de su ADN, pero que a estas alturas del siglo XXI no supone, ni siquiera, el porcentaje dominante. «Viñetas desde o Atlántico» pretende, desde sus inicios, presentar al público general, no necesariamente lector de historieta, un panorama lo más rico y amplio posible de la realidad creativa del cómic. Me pareció que valía la pena el esfuerzo y los apretones de tiempo y complicaciones que su dirección introduce en mi trabajo personal por intentar presentar esa visión madura del medio. Y los resultados han sido estupendos.


¿Cuál es el mejor recuerdo que te ha dejado La mansión de los Pampín?

Fue magnífico tener de nuevo un tema para abordar desde la ironía, el esperpento y el humor, y pude abordar el sinsentido de lo que hacemos con el territorio y el urbanismo en aras del lucro y la especulación inmobiliaria. Y antes de la crisis y la explosión de la «burbuja»...

La ilustración es otro campo en el que has trabajado. ¿Cómo te planteas estas obras? ¿Cambia tu proceso de trabajo al ser un lenguaje diferente?


Sí, por supuesto. En general, siendo casi siempre una aportación posterior al texto, intento subordinar mi trabajo a la historia que ilustro y, por tanto, respetar su personalidad sin pretender jamás ocupar el primer plano. Bueno... eso en el caso de libros ilustrados juveniles o adultos. En el caso de los infantiles, creo que se invierte la ecuación, y la imagen ocupa ese primer plano.

Además, la ilustración no es secuencial, no impone exigencias narrativas tan drásticas como el cómic, por lo que se abren nuevos márgenes para trabajar con las imágenes. Diferentes, en todo caso.



Hay dos obras tuyas en los últimos años que destacan por encima de todo lo demás: De profundis y Ardalén. ¿Cuéntanos cómo te lanzaste a crear De profundis? ¿De dónde y cómo surge ese interés en contar de otra forma una historia de mar? 

Ambas obras tienen en común que, de maneras diferentes, ponen en relación el mundo «exterior» con el submarino. Era un «encuentro» que hacía tiempo que me fascinaba y del que habían surgido ya una buena cantidad de cuadros. Con la catástrofe del Prestige tuve claro que, además de mi participación en los movimientos de denuncia y reivindicación, podía intentar elaborar una especie de «ofrenda propiciatoria» al Océano, más en clave poética que épica. Se lo propuse al músico Nani García y, en un alarde de inconsciencia, aceptó. En el plano creativo, después de mi participación en proyectos de animación «estándar», comercial, tenía ganas de intentar una propuesta que, renunciando a la espectacularidad de la animación -ya sobradamente alcanzada por producciones tanto en 2D como en 3D-, me permitiese profundizar en el color, las texturas y, en general, la belleza plástica, pictórica de la imagen.



¿Qué supone Ardalén en tu vida creativa, además de ser el causante del Premio a la Mejor Obra del Salón del Cómic de Barcelona y del Premio Nacional de Cómic 2013?

Ardalén es una historia que se fue cocinando a fuego muy lento desde 1996. Para mí -y hablo a nivel estrictamente personal- es mi obra más... ¿completa...? En ella he podido desarrollar en plenitud la mayoría de los aspectos que, a estas alturas de mi carrera, creo que caracterizan en gran medida mi obra: definición psicológica de mis personajes, expresividad, trabajo con el color... Y todo ello con la madurez y la experiencia de treinta años de ejercicio. Y, además, me permitió llevar a cabo un ejercicio de búsqueda de opciones complementarias para incorporar a la sintaxis del cómic. A ese nivel personal fue una gran satisfacción poder hacerlo.

Háblanos de tus dibujos, de tus colores, de los personajes y lugares que crean.


No soy capaz de hacerlo, de verdad. Supongo que por eso los dibujo, los pinto, los hago hablar... Para mí, dibujar es una pulsión casi tan natural como comer o respirar, una forma de aprehender y comprender el universo; pintar, una manera de comprender la luz... Si el dibujo es poesía, la pintura, el color, es música. Crear personajes y hacerlos interactuar es una manera de intentar comprenderme a mí mismo y a los demás.



Cuéntanos qué es para ti la mar, el mar como lugar de vida, escenario de historias y parte importante en tu obra.

Pues eso, un elemento fascinante y sobrecogedor de mi entorno, del universo que se me ha dado conocer. No sé hasta qué punto ese «recuerdo» biológico de nuestro origen marino del que se habla es determinante en esa fascinación, pero creo que es evidente la manera tan especial en la que el ser humano se ha relacionado con el mar a lo largo de toda su historia. Ha sido, desde siempre, un concepto ambivalente: real, matérico, físico, que hemos recorrido y del que hemos extraído alimento, riquezas, substancias... Y místico, espacio imaginario y trascendente en el que hemos depositado sueños (ciudades maravillosas, tesoros, civilizaciones...) y terrores (monstruos de todo tipo, capacidad devastadora, límite del mundo...). Nací en una ciudad (A Coruña) que es casi una isla, rodeada de mar. Mi infancia tiene olor a yodo y sonido de gritos de gaviota. ¿Cómo no iba a formar parte de mi obra?



¿Ha cambiado mucho tu proceso creativo con el paso de los años? ¿Qué modificas si la obra está escrita por ti o por otra persona?

Ha ganado en seguridad. Hay muchos caminos que ya he recorrido y ya sé a dónde llevan. Cuando me aventuro por alguno nuevo, me siento más preparado. Eso ayuda a economizar energía, a «optimizar», como se dice ahora, los recursos. Pero la esencia del proceso no ha cambiado mucho. Ya expliqué antes que cuando ilustro un texto ajeno, o cuando he contado en imágenes un guión de cómic escrito por otra persona (las escasísimas veces que lo he hecho), intento subordinar mi trabajo a ese universo previamente creado, complementarlo, enriquecerlo, si es posible. Cuando trabajo con mis propios textos, con mis propias historias, todo eso cambia y se produce una simbiosis natural, sin esfuerzo, entre texto e imagen. Mantengo la disciplina de apenas dibujar hasta que la historia está completamente definida, para intentar que el aspecto «goloso» de las imágenes no condicione la narración, pero es inevitable que en mi cabeza, desde el primer momento, se vaya conformando un magma de imágenes que se va aclarando y ganando en precisión a lo largo del proceso de escritura.



Desde la atalaya que suponen treinta y tantos años de profesión, dinos ¿cómo ha evolucionado la misma?, ¿qué ha mejorado y empeorado en ella?

Creo que el lenguaje que utilizamos -la ilustración pero, en mi caso, sobre todo el cómic- ha alcanzado una madurez espléndida. Me siento afortunado de vivir esta etapa de plenitud. Recibimos una herencia magnífica de los «padres fundadores». Nos legaron un lenguaje con una gramática eficaz, unas capacidades expresivas inmensas, y durante estos últimos cincuenta años, hemos sofisticado el código, lo hemos hecho más rico, más potente, hemos conseguido ocupar todo el ámbito abarcable. No hay temática, género o estética que no tenga cabida en el cómic actual. Pero el proceso ha tenido sus aspectos traumáticos. El cómic nació, como tantas otras formas de expresión, como medio de masas, popular. Sus soportes tenían esas mismas características: prensa y revistas con precios populares. Esos formatos eran muy permeables y permitían procesos de incorporación y reemplazo más o menos ágiles. Eso sí, a costa de un estrecho margen de variabilidad. Con la sofisticación y ambición expresiva del medio los formatos «populares» fueron desapareciendo y, paradójicamente, ante unas posibilidades expresivas muchísimo más amplias y diversificadas, la incorporación de nuevos creadores resulta más dificultosa.


¿Qué proyectos tienes en mente para los próximos dos o tres años?
Después de De profundis y Ardalén, tenía necesidad de cambiar de registro. Una historia policial, que ya está muy avanzada, y una aventura con demonios de por medio. Eso me pone en el 2017, sí.

Dinos quién es para ti Agustín Fernández Paz y lo que significa en tu vida.

Agustín es -creo, no los he contado- el escritor con el que más libros he ilustrado. Lo conocí como lector y experto en cómic, y a partir de ahí construimos una relación de amistad salpicada de libros. Agustín tiene la llave mágica que hace que los lectores, especialmente los juveniles, se queden enganchados a sus historias desde la primera página. Para los alumnos, después de leer un primer libro suyo, ninguna de las lecturas posteriores es «obligatoria». Y es mucho, muchísimo más, claro, a nivel personal. Es un tipo que rezuma bonhomía, un gran amigo con el que comparto algunos cabreos, muchísimas risas y vinos magníficos. Un regalo de la vida, vaya.

Gracias de corazón, Miguelanxo.

Javier




A ti, Javier. Un abrazo.

Miguelanxo


Selección bibliográfica de cómic:

-Fragmentos de la enciclopedia délfica. Toutain Editor, Barcelona,1985 y Norma Editorial, 1996.

-Stratos (1984-1985). Toutain Editor, Barcelona,1987 y Norma Editorial, 1996.

-Crónicas Incongruentes. Norma Editorial, Barcelona, 1998.

-Manuel Montano de Fernando Luna. Norma Editorial, Barcelona, 1988.

-Quotidianía Delirante. Norma Editorial, Barcelona, 1988.

-Quotidianía Delirante 2. Norma Editorial, Barcelona, 2000.

-Quotidianía Delirante Obra completa. Norma Editorial, Barcelona, 2003.

-Tangencias. Norma Editorial, Barcelona,1989.

-Trazo de Tiza. Norma Editorial, Barcelona, 1993.

-Pedro y el lobo. Norma Editorial, Barcelona, 1993.

-Carta de Lisboa de Eric Sarner. Liber Editores, Lisboa, 1998.

-The Sandman, colaboración con guion de Neil Gaiman. Norma Editorial, Barcelona, 2004.

-La Mansión de los Pampín. Norma Editorial, Barcelona, 2005.

-Bello Horizonte. Norma Editorial, Barcelona, 2006.

-Papeles dispersos. Norma Editorial, Barcelona, 2009.

-De profundis. Norma Editorial, Barcelona, 2008.

-Ardalén. Norma Editorial, Barcelona, 2012.


Selección bibliográfica de Literatura Infantil y Juvenil:

-As flores radiactivas de Agustín Fernández Paz. Ed. Xerais, Vigo, 1990.

-Rapazas de Agustín Fernández Paz. Ed. Xerais, Vigo, 1992.

-Relatos para un tempo novo de Xoan Babarro. Xunta de Galicia, 1993.

-El misterio de las campanadas de Xabier Docampo. Ed. S.M. Madrid, 1994.

-Bala perdida de Manuel Rivas. Ed. Alfaguara, Madrid, 1996.

-O trasno de Alqueidon de Marilar Aleixandre. Ed. Xerais, Vigo, 1996.

-En el corazón del bosque de Agustín Fernández Paz. Editorial Anaya, Madrid, 2001.

-Con los pies en el aire de Agustín Fernández Paz. Editorial Anaya, Madrid, 2001.

-Bala perdida de Manuel Rivas. Alfaguara, Madrid, 2002.

-La serena de Isla Negra de Agustín Fernández Paz. Ed. Tambre, Vigo, 2003.

-Pepa y Loba de Carlos Reigosa. Xerais, Vigo, 2006.

-A negrura do mar de Ramón Caride. Xerais, Vigo, 2008.