martes, 17 de diciembre de 2013

ENTREVISTA A JAVIER SÁEZ CASTÁN




Recientemente se ha publicado en el Suplemento Cultural de El Nacional de Caracas, Venezuela, una breve entrevista que realicé al ilustrador y escritor Javier Sáez Castán. 

A continuación os ofrezco la entrevista íntegra que se publicó originalmente en el nº 101 de PEONZA, junio de 2012.



En esta ocasión tenemos la suerte de contar con las palabras de uno de los autores de álbumes más originales y sorprendentes de este siglo. Es un creador completo ya que hace el diseño, escribe la historia y pinta las ilustraciones; por tanto se enfrenta con todos los problemas y halla las soluciones que pueden aparecer en la gestación de un álbum ilustrado. En esta ocasión, como en otras entrevistas, sus respuestas son atinadas, reflexivas y certeras. Estamos seguros que sus palabras resultarán muy interesantes para los lectores de Peonza.
 

¿Qué utilidad social tiene hoy en día el oficio de ilustrador al que dedicas tu tiempo? ¿Cuántas veces te has arrepentido de la elección de tu profesión?

La ilustración de libros tiene al menos dos vertientes; una la relaciona con el diseño, con la adecuación de los objetos a unos propósitos. Los objetos están ahí, van a permanecer ahí, deben tener una forma y alguien debe dársela. En ese sentido, los objetos están de nuestro lado, en el lado de la realidad visible y material. Un libro puede caer de la estantería y golpearte en la cabeza, y entonces se convierte en una forma de revelación: la revelación de lo real, no siempre evidente. Por otra parte, la ilustración tiene una vertiente narrativa; representa un mundo que “no está de nuestro lado”, un mundo de ficción. Pero a nosotros, como seres humanos, nos interesan mucho esos mundos. Eso nos llevaría a considerar la utilidad social de la ficción en general, un tema interesante, pero que creo que excede el espacio concedido a la respuesta. Una manera de atajar y de aproximarnos a una respuesta sería pensar: ¿qué ocurriría si los mundos de ficción desaparecieran? Por supuesto, la pregunta no es sino una nueva ficción, y como tal, parte de mi trabajo. No, no es tan fácil encontrar un atajo.

En cuanto al arrepentimiento, no tengo una conciencia muy clara de que esto sea una profesión, ni de que yo la haya elegido, así que todo queda bastante en el aire.

¿Los motivos que te impulsaron a dedicarte a la profesión de ilustrador, siguen vigentes o han nacido algunos nuevos?

Bueno, comencé a dedicarme a esta ocupación mucho antes de saber que era una profesión, es decir, una forma de ganarse la vida… luego descubrí que no lo era, y pese a todo, mantengo mi entusiasmo. En realidad, no es algo tan raro en los tiempos actuales: uno se dedica a una “profesión”, es decir, que piensa que adquiriendo cierta práctica y aplicando su talento a una ocupación específica, la sociedad le retribuirá por ese esfuerzo. Pero, de repente, esa retribución se desvanece, o queda en suspenso, y uno ve que no le alcanza para vivir; ¿puede considerarse entonces como una profesión, o como un proyecto de profesión? Por otra parte, nadie me ha obligado a dedicarme a esto y mi consideración de que no se trata de una profesión no es una queja (también podría entenderse justamente al revés). Ni siquiera puedo imaginarme dedicado a otra cosa así que, como ves, no debe de sobrarme la imaginación.





Cuándo eras pequeño imaginabas que serías…

Creo que prestaba muy poca atención al futuro, y no me hacía expectativas de a qué me iba a dedicar. Mi imaginación tenía aplicaciones más concretas, imaginaba con un lápiz en la mano.

¿Cuáles de tus referentes pictóricos te ayudan a seguir ilustrando?

Me veo como un usuario del transporte público en una vasta red de líneas de autobús, de trenes, de aviones… todo depende de adónde quiera ir. Por ejemplo, si quiero viajar al siglo XIX, tomaré la línea Épinal hasta Tenniel o Doré, caminaré un rato hasta Manilla, buscaré un taxi que pueda llevarme hasta un catálogo comercial de la época, y con toda probabilidad, me perderé.

El método es válido para cualquier época y lugar, y en realidad podría considerarse una falta total de método, una sustitución del concepto de biblioteca doméstica (una herencia recibida que le acompaña a uno a lo largo de los años, con alguna que otra pérdida o nueva adquisición), por el concepto de biblioteca en estado de flujo; todo está ahí, todo aparece y desaparece, casi como si estuviéramos a orillas de un océano que deposita fragmentos de
cosas a nuestros pies.

En entrevistas precedentes has definido tus libros como “un dispositivo teatral” o “una escultura”, ¿qué importancia le concedes en tus libros a las historias, al contenido narrado?

El contenido no es independiente del envoltorio, y su importancia depende de cada proyecto. Hay ocasiones en las que apenas hay contenido narrativo, lo que no quiere decir que no exista una ficción; en el caso del Animalario Universal del Profesor Revillod, la ficción no es tanto un contenido como un continente, algo que envuelve al libro. Pero otras veces sí me gusta contar historias, y entonces vale lo mismo un álbum que un cómic o una novela.

¿Piensas que tus libros destilan “mensajes con ideas” o te decantas más por los aspectos lúdicos, los juegos manuales?

No puedo concebir hacer un libro para depositar una idea dentro; me parece como convertirse en una de esas avispas que atrapan una araña para poner un huevo en su interior. Creo que ese enaltecimiento de la “idea”, del “mensaje” es una equivocación del autor respecto a su propio papel, su trabajo, los libros y sus propias ideas. Si uno hace un libro para únicamente transmitir una idea, entonces sería tal vez más adecuado llamarlo “propaganda”, con todo mi respeto por esa forma artística. Pero esto no quiere decir que desdeñe las ideas, o que el autor no deba tenerlas, muy al contrario. Más bien considero el punto de vista de la idea “encarnada”. La encarnación es aterrizar en la materia, en el error, en la realidad, y desactiva cualquier clase de idealismo. Pero escribir sin ideas… no, eso no sería posible.





¿Hacía donde se abren las puertas que hay en tus libros?

No lo sé. Si es verdad que hay puertas, no podemos saber lo que hay al otro lado hasta que no las abramos. Si ya sabemos lo que hay al otro lado, entonces no es necesario emprender el viaje, pues ya estaremos ahí, del otro lado de la puerta. Lo que sí sabemos es que abrir una puerta, cruzarla, nos cambiará en alguna medida. Nos encontraremos frente a nuevas puertas, también. Quizás es lo que somos, puertas que no saben adónde se abren.

 

Incertidumbre, perplejidad, curiosidad o perturbación son algunas de las sensaciones que tienen los lectores con tus álbumes. ¿Qué razones te llevan a situar tus libros en ese territorio?

La pregunta es abiertamente paradójica, lo que por otra parte me parece muy bien. Pues la perplejidad, la incertidumbre, el asombro, no surgen como un proyecto de la razón. No hay una razón para estar perplejo, sino perplejidad ante la razón.



En alguna ocasión has comentado que intentas cuestionar la realidad como motor creativo de tus libros. ¿En qué sentido lo haces? ¿Ese cuestionamiento tiene alguna intención de denuncia?

Quizás me expliqué mal, a ver si puedo deshacer ese error. No intento cuestionar la realidad, sino que parto de la incertidumbre que me produce, del hecho del no saber como posición personal. Es la realidad la que nos cuestiona constantemente, y ese es todo el motor creativo que necesito. Por lo demás, desconfío de las denuncias y del deseo de modelar la realidad. Por supuesto, en la vida personal está muy bien hacer lo que uno pueda para mejorar las cosas, pero siempre desde cierta medida concreta. No hago libros con esa finalidad.

Las cosas no son lo que parecen, ¿en qué medida la realidad es el mayor yacimiento de fantasía que existe?

 
He escrito todo lo anterior sin haber leído esta pregunta y tal vez ahora la contestaría de otro modo… Creo que la realidad es una tentativa, un deseo profundo del ser humano, que en su fuero interno se sabe un poco irreal. La realidad es una figura de ficción. Desde ese punto de vista, todo es fantasía. Lo que hace un autor de fantasía serio, no es escapar de la realidad, sino buscarla.

El juego está presente en algunos de tus libros de manera primordial. ¿Qué aristas del juego son las que más te interesan?

El juego es cambiar de posición dentro de unas normas, al igual que las zonas de luz y sombra cambian dentro de una plaza. La labor creativa consiste en establecer unas reglas del juego. Pero el juego ofrece cambios, posibilidades. Entonces nos convertimos en actores y a la vez en espectadores, vemos qué sucede. El juego presupone que no sabemos quiénes somos. Jugamos para descubrirlo.

Humor e ironía son otros dos ingredientes que aderecen tus libros. ¿Qué te aportan ambos elementos a la hora de escribir e ilustrar tus obras?

No trato de utilizar el humor o la ironía, pero sí de estar despierto, de no ser del todo mecánico. Creo que, si lo consigo, puede surgir el humor, por otra parte algo imposible de definir. Pero si me quedo en algo mecánico, siempre habrá alguien que pueda reírse, de todos modos. Los juguetes de cuerda tienen su lado cómico.



 

La grandeza de las pequeñas maravillas cotidianas es otro de los ingredientes que tienen tus libros. ¿Por qué quieres compartirlo con tus lectores?, ¿cuáles son tus maravillas cotidianas predilectas?

Sí, me gusta pensar que hay algo maravilloso en lo cotidiano y creo que gran parte de la cultura moderna, de las ideologías, pero también del embotamiento común ante los medios, vienen del hecho de la enemistad con lo real, que es lo mismo que cerrar los ojos a lo maravilloso. Pero no me siento capaz de reducirlo a una definición. La maravilla surge antes de la definición. Si puedo compartir algo valioso, es esto. En cuanto a las pequeñas maravillas… no sé ¿qué tal una mosca?

¿Tus personajes son voluminosos, en alguna ocasión te han dicho que eres el Botero de la ilustración, ¿por qué buscas esa tipología?, ¿qué aporta a tus ilustraciones?

 
No siento una gran afinidad con Botero, porque parece saber que es Botero antes de ponerse a pintar –en realidad, no se le olvida nunca-, pero comprendo que hay un gusto común por las formas compactas, redondeadas.

Hay dos respuestas. La primera es que la forma más básica es la redonda, seguida de la ovoidal. Las formas que más se acercan a estas, son las más “necesarias”. Una forma redonda no ha comenzado a lanzar tentáculos al exterior, se mantiene cercana a su centro, a su origen, que es donde está su misterio.

La otra respuesta es que me gustan los cerdos, los elefantes, los kiwis, los dodos, los niños de un año, los erizos, los escarabajos, los caracoles, las coles, porque son muy graciosos. Creo que esta es la respuesta correcta.





Muchos de tus libros están editados por sellos iberoamericanos (Ekaré, F.C.E. u Océano) ¿Es por razones personales, sentimentales o que ellos están más abiertos a tus ideas?

Las cosas van sucediendo por muchos motivos; en primer lugar, comencé a publicar con estas editoriales porque fueron ellos quienes se interesaron por mis libros. Por poner un ejemplo, fueron varios los editores españoles que conocieron el proyecto del Animalario antes de que lo publicara Daniel Goldin, en el FCE. A este punto de partida se han sumado otras razones, tanto de ventas –se trata de un mercado mucho más amplio y permeable, gracias a la lengua común- como de tipo personal: me gusta mucho México, por ejemplo. O no sé si se trata de que me guste, pero tengo una gran conexión con México, por algún motivo que no sabría explicar. Eso no quiere decir que me mantenga alejado de la realidad española… más bien, que la realidad española me ha mantenido alejado con bastante éxito, con el rigor de una madre que no quiere malcriar a su hijo.

En pocos años has conseguido reconocimiento y valoración en forma de selección o distinciones. ¿En qué medida te influye cuando comienzas un nuevo proyecto?

Me gustaría conseguir premios porque son poderosos incentivos económicos, pero no sé en qué medida me puedan influir. Si me propusiera únicamente conseguir premios, creo que haría otro tipo de libros. Y seguramente, no los ganaría.

¿En qué proyectos estás centrado en estos momentos? ¿Cuáles te encantaría desarrollar en el futuro?
 

Me gustaría hacer cómics y novelas ilustradas (no confundir con novelas gráficas). Muchas gracias, Javier.

Gracias a ti por los magníficos libros con los que nos sorprendes y deleitas.


 


Javier Sáez Castán (Huesca, 1964) se formó en Bellas Artes en la Universidad de Valencia y en la actualidad reside en Altea con su familia. Sus tres hijos son fuente de inspiración para muchos de sus “artefactos” literarios. Dedica su tiempo a crear libros y a contar sus “descubrimientos” mediante talleres y conferencias. Sus libros han sido distinguidos y reconocidos en distintos certámenes: así el Animalario Universal del Profesor Revillod fue considerado como mejor libro ilustrado por la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de México 2004 y Los mejores del Banco del libro de Venezuela 2005; Los tres erizos en el 2004 y La merienda del señor Verde en el 2008 fueron seleccionados por la Internationale Jugendbibliotehek de Munich para la exposición The White Ravens. La venganza de Edison fue Premio Invenciones (Ed. Nostra) en narrativa 2010.
 

Selección Bibliográfica

Picopelosplumas y el hombre pájaro. Ed. SM, Madrid, 2000.

Cuentos de Hoffmann. Ed. Anaya, Madrid, 2001.

Pom... Pom... ¡Pompibol! Ed. Anaya, Madrid, 2002.

Los tres erizos. Ed. Ekaré, Caracas, 2003.

Animalario Universal del Profesor Revillod de Miguel Murugarren. Fondo de Cultura Económica, México, 2003.

El valiente soldado de plomo de Andersen. Ed. Anaya, Madrid, 2004.

La pequeña cerillera y otros cuentos de Andersen. Ed. Anaya, 2004.

Cuentos para niños de Isaac Bashevis Singer. Anaya, 2004.

Objetos ¿conocidos? Tecolote, México, 2007.

Dos bobas mariposas. Serres, Barcelona, 2007.

Libro Caracol. Fondo de Cultura Económica, México, 2007.

Soñario o diccionario de sueños del Doctor Maravillas. Ed. Océano, México, 2008.

La merienda del señor Verde. Ed. Ekaré, Barcelona/Caracas, 2008.

Serie El Pequeño Rey. Ed. Ekaré, Barcelona/Caracas, 2009.

Limoncito. Ed. Océano, México, 2010.

La venganza de Edison. Ediciones Nostra. México, 2010.

El conejo más rápido del mundo. Ed. Océano, México, 2010.

Nada pura 100%: Una odisea científica del Profesor Campbell. Ed. Anaya, Madrid, 2011.


Zoológico de medianoche de Sonya Hartnett.Ediciones Castillo, México, 2012.







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